Alfonso VIII el de las Navas
Reina Leonor
Alfonso IX y Berenguela, reyes de León
Inocencio III separó a los reyes de León
Y así es como comienza la primera novela de la trilogía, “Esperando al Rey”, que nos descubre cómo eran estos personajes, los nuevos reyes de León y Castilla, sus cortes y sus familias, sus relaciones con otros reinos peninsulares y con el que debiera haber sido el enemigo común, el moro. Al mismo tiempo podemos asistir a la construcción de la Catedral de Santiago, de iglesias tan importantes como la de San Miguel de Carrión de los Condes, y de Santa María la Real, de Aguilar de Campoó entre otras joyas arquitectónicas. No es de extrañar tanto detalle al describirlas, ya que Jose María, a parte de dibujante, es un acreditado arquitecto, con una clara pasión: el románico (en 2002 rodó la serie de reportajes “Las claves del Románico” para televisión española.
Los nobles cercanos a los reyes, jugaron un papel importantísimo en el acontecer de estos difíciles años, unos para bien y otros para mal. Los legados papeles y la iglesia en general también juegan sus cartas de manera estratégica para salvaguardar su poder y “dirigir” la política según sus intereses, unas veces en favor de la cristiandad y otras, al suyo propio.
El segundo libro arranca con la joven pareja de reyes de Castilla: Alfonso VIII y Leonor; y centra la historia alrededor del apasionante personaje de Doña Leonor, hija de la Reina Leonor de Aquitania, y hermana de Ricardo Corazón de León. Una vida en común ganando y perdiendo batallas, levantando catedrales como la de Cuenca y numerosos monasterios (Arroyo, Huelgas…), librando intrigas con los vecinos de León y, sobre todo, afianzando la frontera occidental de Europa contra el pujante avance musulmán. Una amarga derrota en Alarcos, donde casi todo se pierde para Castilla y seguramente para el resto de la península (y Europa), deja al Castellano al borde de la muerte, entre otras razones por la traición de su primo Leonés, que se alió con el califa Abu Yusuf. Castilla quedó muy tocada pues, a parte de la derrota, sus vecinos cristianos aprovecharon para arrebatarles numerosas plazas en el norte. A los reyes de Castilla les costó muchos años tener un hijo varón que heredase el reino de Castilla ( y quién sabe si el de León porque aún estaba vigente un acuerdo entre los abuelos, que decía que si no hubiese herederos en uno de los reinos, el heredero del otro se coronaría como rey de Castilla y León.). Al final tuvieron diez hijos, de entre los cuales Peridis nos destaca a Berenguela, por sus cualidades y porque al ser la mayor de sus hermanos fue educada como posible heredera.
Mientras, los Papas hacían y deshacían en la política de toda Europa usando el derecho canónico, que establecía que no se pudieran casar entre sí monarcas más alla del 5º grado de consanguineidad. Esto en una Europa con pocos reinos y muchos años de matrimonios entre todos, daba verdaderos quebraderos de cabeza en las políticas matrimoniales, y muchas oportunidades al Papa de turno para obligar a separar un matrimonio regio y desheredar a la prole que hubiese. Esto lo hacía amenazando con la excomunión del monarca.
Alfonso pudo firmar una tregua con los muslumanes, que habían tenido que volver a África a sofocar sus propias guerras internas, pero el leonés seguía castigándole siempre que podía en los campos góticos y más plazas lindantes con León. Como solución a este conflicto, los reyes castellanos casaron Berenguela con el rey de León, para conseguir la paz entre los dos reinos. De esta manera Castilla podía empezar a preparar la próxima batalla con el moro. Todo iba bien pero un nuevo Papa se opondría al matrimonio de Berenguela y Alfonso iX de León (que ya tenían un descendiente, Fernando), y los obligó a serpararse. Pero Berenguela cosnsiguió un acuerdo con su marido para que el hijo de ambos, Fernando, fuese el legítimo heredero de León.
Así llegamos al inevitable choque con la potencia musulmana, que cruzó el estrecho con un ejército nunca visto en la península, dispuesto a terminar el trabajo de 20 años atrás.
El Papa había logrado el compromiso de todos los reyes cristianos peninsulares y franceses, para que acudiesen en ayuda de Castilla en una nueva cruzada. Todos lo hicieron menos el leonés. Los franceses no llegaron a entrar en batalla por desavenencias con Alfonso a la hora de repartir botines y perdonar a los enemigos rendidos. Así quedaron los de Aragón de Pedro II, los Navarros de Sancho el Fuerte y los castellanos de Alfonso. Y en julio de 1212 entramos en batalla en Navas de Tolosa, (los detalles los dejamos para un próximo artículo) en pleno Despeñaperros donde los cristianos arrasaron al enemigo y salvaron así, seguramente, a media Europa de su islamización.
La tercera entrega comienza con los últimos días de Alfonso VIII y cómo hereda Castilla el menor de todos los hijos, Enrique (ya que el otro varón murió unos años antes). Éste sufre un extraño accidente dejando así el trono en manos de su hermana Berenguela. Como su hijo Fernando era por derecho del acuerdo firmado con el rey de León el legítimo heredero, dedicó todos sus esfuerzos en lograr que los nobles leoneses y castellanos acataran su autoridad y dejasen libre el camino para reunir Castilla y León bajo una sola corona. Y lo consiguió, Castilla y León ya no se separarían nunca y fue el germen de la futura nación española. El nuevo rey, Fernando III el Santo, impulsó la reconquista llegando a Sevilla y si llega a vivir algún tiempo más, seguramente la hubiese culminado.
Peridis, tras de un descomunal trabajo de documentación, pone cara a todos los personajes de esta crucial época de nuestra historia. Y lo hace de una forma magistral para que, aparte de las licencias novelescas, nos quede en la memoria el perfil humano de cada protagonista.
Que los disfrutéis!!!!!