Leyenda de la campana de Huesca

por | Mar 16, 2023 | Cultura, Leyendas

Leyenda de la campana de Huesca, un relato de cómo se las gastaba Ramiro II con los nobles sediciosos que le rodeaban.

Ramiro II el Monje
Creditos Wikimedia Commons

Estamos en plena reconquista, época de Almanzor. Ramiro II, herada el trono en 1134 después de la muerte sin descendencia de sus dos hermanos mayores. Como no estaba predestinado ser rey, tomó los hábitos en el monasterio benedictino francés de San Ponce de Tomeras, luego fué abad de San Pedro el Viejo (Huesca) y, por último, ocupaba el puesto de obispo de Roda, cuando le llamaron a ser rey. Por eso se le apodó Ramiro II el Monje. Su padre había unido temporalmente los reinos de Navarra y Aragón, pero al ser elegido Ramiro como rey de Aragón por los nobles aragoneses, los navarros hicieron lo propio con García el Restaurador, y así los navarros siguieron siendo independientes  hasta prácitcamente mediados del siglo XIX. 

Se casó con una noble francesa y tuvieron una hija, Petronila. La prometieron con 1 año en matrimonio  con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, y de esta forma nace la corona de Aragón, al unirse con los condados catalanes. 

Reinó de 1134 a 1137, año en el que abicó en su hija Petronila. El catalán quedó como prícipe consorte hasta 1164, año en que Peronila abdicó en favor de su hijo Alfonso II, primer rey de la Corona de Aragón.

Al llegar Ramiro a la corte, el ambiente debía de ser muy tenso ya que una buena parte de los nobles creía que Ramiro no era el adecuado, entre otras cosas por su condición religiosa. Y empezaron las intrigas placiegas instigadas por lo visto por el propio obispo de Zaragoza. Froçardo de Tomiers era el abad del monasterio benedictino donde se formó Ramiro, y a él acudió a pedir consejo dada la confianza que se tenían.

El romancero del que mostramos un extracto, es el que nos ha llegado a través del romancero viejo (anónimo), dentro de un conjunto de leyendas aragonesas.

¿Qué vas a hacer en Huesca?

Don Ramiro de Aragón, el rey monje que llamaban,
caballeros de sus reinos asaz lo menospreciaban,
que era muy sobrado manso y no sabidor de armas,
por lo que no le obedecen, por lo que le desacatan.

Enviado ha un mensajero al monje que lo criara,
a San Ponce de Tomeras donde el buen abad moraba,
porque él le diese consejo en la bajeza en que estaba.

El mensajero se parte y al abad le da una carta.
El abad no le responde; en la huerta sólo entraba el mensajero con él,
que respuesta le demanda.

El abad le despachó sin hablarle una palabra.
La respuesta que le diera fuera cifra bien cerrada,
que sacando allí un cuchillo, las ramas altas cortaba.

Despedido el mensajero, mal contento se tornaba.
Como fue llegado al rey, le dijera estas palabras:
-“Mal recaudo os traigo, rey, que el monje no vos preciaba,
ni me quiso dar respuesta; creo que de vos burlaba;
entróse luego a una huerta en leyendo vuestra carta,
y afilando allí un cuchillo, las ramas emparejaba.

“Oyendo aquestas razones el rey las disimulara:
Entendió bien la respuesta y el consejo que le daba.
Hizo llamar a las Cortes, a Cortes que celebraba:
dice que hacer quería una solemne campana
que se oyese por el reino y sonase en toda España.

Viérades de esto gran risa; los grandes de ello mofaban.
En esa ciudad de Huesca muchas gentes se juntaban;
Llamó un día a los señores, y en su cámara les habla,
y a sus hijos herederos hizo quedar en la sala.

En entrando, todos ellos viéronse entre gente de armas;
mandó cortar las cabezas a los que más se burlaban.

Quince fueron sentenciados, a los otros perdonara.
Mandó sacar las cabezas a los mozos de la sala:
díjoles que eran sus padres todas las que allí miraban,
porque le tenían en poco y en su presencia burlaban;
que viesen aquel ejemplo, y ellos mojasen la barba.

Así fue temido el monje con el son de esta campana.

Otra versión de la leyenda, cuenta que cuando están todos los ricos hombres decapitados con las cabezas dibujando una campana en el suelo, manda llamar al obispo de Zaragoza y le preguntó qué le parecía. Éste le contestó asustado que bien, pero Ramiro le contesta que no, que le falta el badajo, y para suplirlo destinó su cabeza.

La primera referencia a esta leyenda, aparece en la crónica del monasterio de San Juan de la Peña, del siglo XIV. Dice textualmente: «Et aquesti don Remiro fue muyt buen rey et muyt francho a los fidalgos, de manera que muytos de los lugares del regno dio a nobles et cavalleros; et por esto no lo precioron res, et fazían guerras entre si mismos en el regno et matavan et robavan las gentes del regno, et por el rey que non querían cessar aquesto; et 100 fue puesto en gran perplexidat cómo daría remedio a tanta perdición del su regno, et non osava aquesto revelar a ninguno.» Lugo relata prácticamente lo mismo que el romance incluso da los nombres de los ricohombres ajusticiados.

El lienzo pertenece a la colección del Museo del Prado, aunque se encuentra depositado y se expone en el Ayuntamiento de Huesca desde 1950.

Campana de Huesca, por José Casado del Alisa, créditos Wikimedia Commons.

La leyenda de la campana sirvió de inspiración para escritores de la talla de Lope de Vega y Cánovas del Castillo.

La campana de Aragón

Lope de Vega

La campana de Huesca: El verdugo de la oligarquía

Antonio Cánovas del Castillo

Lienzo

Gran tamaño

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