
Alfonso VI de León y Castilla
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Alfonso VI y el Cid en la Jura de Santa Gadea
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Estamos en plena reconquista, época del Cid. Reinaba Fernando I de León y Conde de Castilla. Deja en testamento dividido el reino entre sus hijos:
- al mayor, Sancho le deja Castilla como reino disgregado de León, con derechos a las parias de Zaragoza
- al siguiente, Alfonso, le correspondió el Reino de León, «la parte más extensa, valiosa y emblemática: la que contenía las ciudades de Oviedo y León, cunas de la monarquía astur-leonesa», que comprendía Asturias, León, Astorga, El Bierzo, Zamora con Tierra de Campos así como las parias de la taifa toledana.
- A sus hijas Urraca y Elvira les correspondió el infantazgo, o sea «el patronato y las rentas de todos los monasterios pertenecientes al patrimonio regio» con la condición de que no podrían contraer matrimonio.
- Y al hijo menor, García, le correspondió toda la región de Galicia, también como Castilla «elevada a categoría de reino» que se extendía hacia el sur hasta el río Mondego en Portugal más las parias del rey taifa de Badajoz y Sevilla.
Alfonso logra juntar bajo su trono de León los territorios de sus hermandos (es cuando aparece el Cid como caballero de confianza de Sancho, que tras su muerte obliga a jurar a Alfonso su inocencia en los hechos).
A pesar de su «mala fama» por la tradición popular y debido sobre todo al Cantar del Mio Cid, que le propuso como el perfecto contrahéroe, su legado fué impresionante.
Bajo su reinado se anexiona los territorios de Álava, Vizcaya, parte de Guipúzcoa, La Rioja y La Bureba, adoptando en 1077 el título de Imperator totius Hispaniae (‘Emperador de toda España’). Pero su gran expansión territorial la hará a costa de los reinos taifas musulmanes, para lo cual Alfonso siguió con la práctica de explotación económica mediante el sistema de parias consiguiendo que la mayor parte de los reinos de taifas de la España musulmana fuesen sus tributarios, práctica a la que unió la presión militar. Acabó tomando y añadiendo al reino plazas tan importantes como Toledo, Madrid y muchas más que más tarde volverían a manos musulmans gracias a las tres fortísimas invasiones almorávides.
Según la leyenda, cuando en 1083 el rey Alfonso VI de Castilla conquistó Madrid y expulsó a los musulmanes, se obsesionó con encontrar un valioso icono de la Virgen María que siglos atrás había sido escondido entre los muros de la ciudadela para que estuviera a buen recaudo. Incapaz de localizar la figura perdida, Alfonso VI se entregó a la oración hasta que una sección de los muros se derrumbó y dejó a la vista la imagen, todavía iluminada por las velas con las que había sido sepultada siglos atrás. El lugar del milagroso y legendario suceso está señalado, en el exterior de la catedral, por una hornacina con una estatua de la Virgen.

Escultura de piedra de la Virgen de la Almudena, en una hornacina de la Cuesta de la Vega
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Alfonso VI
Completa biografía
La Virgen de la Almudena
medalla en oro y plata
Figura y medalla
con estampa
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