Mercedes Formica nace en Cádiz en 1913 en una familia acomodada. Tiene la desgracia de vivir la separación de sus padres cuando era niña y vivió en primera persona lo duro que podía ser la vida para una madre separada con niños. Se trasladaron a Madrid donde siguió sus estudios de derecho. Fue en la capital, donde escuchó por primera vez un discurso de Jose Antonio, y desde entonces se siempre se sintió falangista. Así se afilió en la universidad en el SEU, donde pronto llegó a ser la delegada nacional de la sección femenina del sindicato.
Le sorprendió la guerra durante un viaje a Málaga, y allí vivió el terror de esos días hasta que pudo escapar a Sevilla al lado Nacional, donde conoció a su futuro marido, Eduardo Llosent, editor de una revista cultural relacionada con la generación del 27.
Tras la guerra
Después de la guerra, nombraron a su marido director del museo de arte moderno de Madrid y se trasladaron a la capital. Hicieron amistad con toda la intelectualidad de la época: escritores, pintores dramaturgos… eran los habituales tertulianos en su casa de Madrid.
En el 44, Pilar Primo de Rivera le propuso la dirección del seminario de la Sección Femenina “Medina” donde colaboraban personas de distintas tendencias idelógicas. En esa época, escribió varios libros y multitud de artículos, alguno de ellos relacionados con casos de separación.
En 1948 termina la carrera de derecho con la intención de ingresar en el cuerpo diplomático o en la abogacía del estado, o en Notarías, pero se topó con que uno de los requisitos era el de ser varón. Esto le indignó ya que según recordaba «José Antonio, cuyo nombre tanto se aireaba, nunca fue contrario a las universitarias».
Así decidió trabajar desde dentro para cambiar las cosas , e ingresó en el Colegio de Abogados, convirtiéndose en una de las 3 mujeres que ejercían la abogacía en Madrid en esa época, compaginando esta tarea con la de su producción literaria. Ese mismo año, en el instituto de Estudios Políticos, ya trabajó en una propuesta de reforma legal para permitir el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad.
Durante los años 50 alternó su profesión con ponencias sobre mujeres trabajadoras, artículos en diarios y revistas (en muchas ocasiones censurados) y con su actividad literaria (Bodoque, Monte de Sancha, La ciudad perdida, El miedo…).
En 1952, tras el tristemente famoso crimen de una mujer (Antonia Pernia Obrador), que por no poder separase (su abogado le informó que perdería todo) acabó siendo víctima de su marido; Mercedes intensificó sus esfuerzos en todos los ámbitos para poder cambiar estas leyes injustas.
En aquel momento la legislación matrimonial no daba ninguna opción a las mujeres, y en caso de querer separase automáticamente perdían hijos, hogar y bienes. Según aquella vigente Ley Procesal, la vivienda familiar se consideraba «casa del marido» y la esposa que pedía la separación —culpable o inocente— debía abandonar aquella para ser «depositada» en domicilio ajeno. El de sus padres si los tenía, o en un convento, siempre bajo la tutela de un «depositario».
Persiguiendo una reforma legal, Mercedes pronunció conferencias y escribió artículos, fue recibida por Franco y hasta el presidente del Tribunal Supremo, José Castán Tobeñas, se hizo eco de sus reclamaciones en la apertura del año judicial de 1954. Tanta guerra dió que le apodaron “La reformica”.
Reconocimiento
En el 53 la revista Time le dedica un extenso artículo y más tarde, el gran Robert Capa la incluye en un reportaje “world of women” junto a otras tres mujeres destacadas de otros países —Federica de Grecia, la doctora Han Suyin, de Singapur; y la científica estadounidense Eugenie Clark.
En 1954 publica su novela “A instancia de parte”, donde muestra su preocupación como mujer y abogada por el doble rasero con que se medía los casos de adulterio entre hombres y mujeres.
Como consecuencia de la campaña creada por la abogada, en el mes de julio de 1956 en el Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Madrid se emitió una sentencia en la que el magistrado resolvió que la esposa siguiera viviendo en el domicilio conyugal debiendo abandonarlo el marido. Esta sentencia animó a muchas mujeres que se dirigieron a la prensa exponiendo se precaria situación en la que quedaron después de una sentencia contraria a ellas.
Ya en el 58 se logró la primera reforma sustantiva del código civi, se sustituyó el concepto «casa del marido», por el de vivienda común del matrimonio, a efectos de determinar, en caso de separación, cuál de los cónyuges quedaría con el uso de la vivienda. Desde entonces los jueces pudieron decretar que fuese la mujer la que disfrutase de la vivienda conyugal tras la separación. También eliminó la figura degradante del «depósito de la mujer», ese derecho-obligación del marido de «depositarla» en casa de los padres o en un convento y permitió que las mujeres viudas que contrajesen nuevo matrimonio pudieran mantener la patria potestad sobre sus hijos.
Además se limitaron los poderes casi absolutos que tenía el marido para administrar y vender los bienes del matrimonio, dentro del marco establecido en la ley que, en su Exposición de Motivos, establece que si bien el sexo no puede originar desigualdades.
La activa participación de Formica en el impulso de esta reforma hizo que fuese bautizada, con ironía, como «la reformica», aludiendo a su apellido y al limitado alcance de la misma. Pese a que fue un importantísimo primer paso en la defensa de los derechos de las mujeres. Y es que este primer paso, sirvió sin duda alguna para el definitivo cambio del código penal del 75.
En estos días se escuchan muchas cosas del tipo de que para ser feminista hay que ser de izquierdas, Mercedes es una gran prueba de todo lo contrario, feminista comprometida, culta y falangista.
Hace pocos años, el Ayuntamiento podemita de Cádiz retiró, en un ejercicio de sectarismo, el busto de Mercedes Formica que se había erigido en un edificio de la plaza del Palillero, sede de la Fundación Municipal de la Mujer. Cosas del progreso…


Pequeña historia de ayer
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A instancia de parte y dos obras más
El presente volumen contiene tres obras en las que se aprecia el compromiso de Mercedes Formica, desde su faceta de escritora, en la lucha contra un marco jurídico restrictivo con la libertad y la dignidad de la mujer… Consíguelo aquí por un precio especial.

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la novela La ciudad perdida y la novela corta El secreto, publicadas en 1951 y 1953, respectivamente.. Consíguelo aquí por un precio especial.
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