Catalina de Aragón

por | May 25, 2023 | Cultura, Historia

Descubre la historia de Catalina de Argón, reina de Inglaterra, hija de los reyes Católicos y sobre todo una gran mujer olvidada por todos.

Retrato de Catalina de Aragón
Créditos: Wikimedia Commons 

Estatua de Catalina en Alcalá de Henares
Créditos: Fernando Antúnez 

Príncipe de Gales Arturo
Créditos: Wikimedia Commons 

En un helado diciembre de 1485, nació la última hija de los Reyes Católicos. A su madre Isabel le pilló el parto en Alcalá de Henares y la asistieron el parto en la casa arzobispal donde nació seguramente la hija más querida de la reina (los contemporáneos afirmaban que era la que más se parecía físicamente y de manera de ser).

Como el reino estaba en pleno asedio a Granada, la llevaron con la corte a Santa Fe donde vivirá en primera persona hechos tan importantes como la toma de Granada o el descubrimiento de América.

La política exterior de su padre Fernando, pasaba por aislar a Francia internacionalmente debido a la pugna tradicional que existía con Aragón en territorios italianos. En este sentido se aseguró la alianza con Portugal con a primogénita Isabel, y con la casa de Austria con el de Juana. Así para cerrar la pinza a Francia, con sólo tres años de edad prometieron en matrimonio a Catalina con el heredero de la corona de Inglaterra, el hijo de Enrique VII, Arturo, que contaba con una edad parecida. Mientras crecía en la corte hasta tener la suficiente edad para desposar, tuvo seguramente una de las educaciones más cuidadas y completas de la época: los mejores humanistas de la época se hicieron cargo de su formación, como Lucio Marineo Sículo, Pedro Mártir de Anglería y los hermanos Geraldini, de los cuales el menor, Alexandro, le acompañará como su confesor en Inglaterra.

Con algún año de retraso respecto a lo acordado con los ingleses, se dirigieron al puerto de Coruña los Reyes con su hija y seqúito para embarcar a la princesa rumbo a Londres, entonces estalló una rebelión de moriscos en Granada que obligó a los reyes a regresar y posponer el viaje de Catalina (entonces las épocas digamos que seguras de navegación eran muy acotadas y si no embarcaban en tiempo era demasiado arriesgado navegar hacia Inglaterra). Así se pospuso un año el viaje y cuando por fin salió la comitiva con la princesa de Coruña, una gran tormenta les hizo regresar al puerto de Santander. El rey inglés Enrique, ya bastante inquieto por cerrar la ventajosa alianza, mandó un flota a Santander para escoltar a la comitiva (y asegurarse el cierre del trato).

En Inglaterra se convocaron a todos los personajes importantes de la época para que recibiesen embarcados con sus mejores galas en el puerto de Londres, donde llegó la comitiva a finales de septiembre de 1501. La boda se celebró en la catedral de San Pablo y la celebración duró nada menos que 15 días. El pueblo y la nobleza estaban encantados con la futura reina. Todo pintaba bien para nuestra protagonista.

Arturo resultó oficialmente enfermizo, y no estaba en condiciones físicas para consumar el matrimonio. Se cuenta que lo que le pasaba es que se veía con un íntimo amigo de infancia… Así 5 meses después de la boda, falleció de lo que se llamaba fiebres inglesas (aún hoy no se sabe exactamente en qué consistía dicha enfermedad). Lo que dejó a Catalina en una situación muy delicada con el título oficial de viuda del príncipe de Gales. 

Isabel y Fernando
Créditos: Wikimedia Commons 

¿Qué vas a hacer en Alcalá de Henares?

Ni Fernando ni el rey inglés querían deshacer el acuerdo de unión de las dos coronas en contra de Francia, así que mantuvieron allí a Catalina hasta que el hermano menor de Arturo y heredero creciese (no en demasiadas buenas condiciones económicas ya que ninguna corte se quiso hacer cargo de los gastos diarios hasta que desde Castilla se le dió la asignación de embajadora de los reyes católicos para justificar una asignación a la infanta). El rey Enrique VII enviudó y se le ocurrió casarse él mismo con Catalina a lo que se negó tajantemente Isabel. Pero en 1504 muere Isabel y el rey inglés vuelve a insistir con todas sus fuerzas y Fernando accede a la unión. Podemos imaginar lo que pasaba por la cabeza de la infanta española «recluida» en un país extranjero viendo cómo su futuro pasaba de ser la esposa de un niño a serlo de un abuelo.

Enrique VII fallece al poco de cerrar el trato pero sin llegar a casarse. A los dos meses, el 11 de junio de 1509, Catalina y Enrique VIII se desposaban, siendo coronados como nuevos reyes de Inglaterra el 28 en la abadía londinense de Westminster.

Un dato importante es que la ley prohibía que un hermano casara con la viuda de otro, por eso antes de la boda se dejó jurado por escrito y sin ningún tipo de duda, que Catalina no había mantenido nunca relación íntima con el desparecido Arturo. 

Al fin parecía que todo se normalizaba. Catalina fue aclamada con mucho cariño reina de Inglaterra, tenía un esposo joven, pero era lo que hoy podríamos llamar el típico niñato, consentido y acostumbrado a hacer todo lo que se le antojaba sin nadie capaz de sujetarlo. Una relación que se tornaba difícil además por la gran rectitud que procesaba Catalina, educada en los valores cristianos de su madre, que contrastaba con el libertinaje en que gustaba vivir el joven rey.

A pesar de las diferencias, la reina se quedó embarazada pronto y dió a luz un varón que murió poco después de su nacimiento. Comenzaba la que fue sin duda la mejor época para Catalina. Se convirtió en consejera de su esposo e influyó en la política exterior a favor de sus sobrino Carlos (entre otras cosas para su elección como emperador). Mientras Enrique estaba luchando en Francia, estalló una revuelta en Escocia que la reina se ocupó de sofocar en persona con un ejército llamado a las armas por ella misma. Sufrió varios abortos, pero sobrevivió sana una hija, María (María Tudor). Ejerció de hecho su papel de embajadora de España en Inglaterra. Hasta tal punto iban bien las relaciones de ambas monarquías que se prometió a su hija María (entonces con apenas cuatro años) con su sobrino el Emperador Carlos. Esta única hija, fue la devoción de Catalina, se esmeró lo que pudo en su educación, hasta el punto de pedir consejo a personajes como Luis Vives para formarla en el humanismo cristiano.

Todo marchaba bien hasta 1526, año en que el emperador tomó por esposa a Isabel de Portugal dejando anulado todo lo concerniente a su enlace con los Tudor. Enrique comenzó a desdeñar a Catalina y a todo lo español. La principal explicación de este viraje fue sin duda la relación con el imperio al desdeñar Carlos la unión con su hija, pero también había más factores como las geopolítica en el centro de Europa y la obsesión por engendrar un hijo varón. Asi fue como se encaprichó de otra mujer, de Ana Bolena.

Fue tan fuerte el “enchochamiento” y los desaires hacia Catalina, que decidió librarse de ella de la única forma que podía legalmente, concibiendo un plan para negar que no hubiese mantenido relaciones su hermano con ella y pedir a Roma la anulación del matrimonio.

El papa naturalmente se negó a tales pretensiones y Enrique intentó obligar a Catalina a que renunciase al trono y al matrimonio, dando por buena la versión de que sí tuvo relaciones con Arturo.

Catalina se negó en rotundo ya que además de su honor y posición, debía proteger los derechos dinásticos de su única hija María. Contó con la simpatía del pueblo y la de muchas figuras importantes de la época como Tomás Moro o el obispo Fisher (a los que les costó la vida esta amistad). Fue una durísima batalla de la que perdura su discurso, cuando fue públicamente juzgada por el Rey, Catalina se arrodilló ante él pidiéndole justicia tras tantos años juntos.

Enrique VIII
Créditos: Wikimedia Commons 

Abadía de Westminster
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Luis Vives
Créditos: Wikimedia Commons 

Carlos I de España y V de Alemania
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¿Qué vas a hacer en Alcalá de Henares?

Señor, os suplico por todo el amor que ha habido entre nosotros, que me hagáis justicia y derecho, que tengáis de mí alguna piedad y compasión, porque soy una pobre mujer, una extranjera, nacida fuera de vuestros dominios. No tengo aquí ningún amigo seguro y mucho menos un consejo imparcial. A vos acudo como cabeza de la Justicia en este Reino.

Pongo a Dios y a todo el mundo por testigos de que he sido para vos una mujer buena, humilde y obediente, siempre conforme con vuestra voluntad y vuestro gusto… siempre satisfecha y contenta con todas las cosas que os complacían o divertían, ya fueran muchas o pocas… he amado a todos los que vos habéis amado solamente por vos, tuviera o no motivo y fueran o no mis amigos o mis enemigos. Estos veinte años o más he sido vuestra verdadera mujer y habéis tenido de mí varios hijos, si bien Dios ha querido llamarles de este mundo. Y cuando me tuvisteis por primera vez, pongo a Dios por testigo de que yo era una verdadera doncella no tocada por varón. Invoco a vuestra conciencia si esto es verdad o no […] Me asombra oír qué nuevas invenciones se inventan contra mí, que nunca procuré más que la honorabilidad, y me obliga a oponerme al orden y al juicio de este nuevo tribunal, en el que tanto daño me hacéis.

Y os suplico humildemente que en nombre de la caridad y por amor a Dios, que es el supremo juez, me evitéis la comparecencia ante este tribunal en tanto mis amigos de España no me hayan aconsejado cuál es el camino que me corresponde seguir. Pero si no queréis otorgarme tan menguado favor, cúmplase vuestra voluntad, que yo a Dios encomiendo mi causa.

¿Qué vas a hacer en Londres?

Ana Bolena
Créditos: Wikimedia Commons 

María I de Inglaterra
Créditos: Wikimedia Commons 

No sirvió de nada y el rey siguió adelante con sus pleitos con Roma hasta que el papa Clemente VII dio la razón oficial de la iglesia a Catalina. Ya solo le quedaba al rey inglés subyugarse al dictado de Roma o renegar de su poder. Y esto fue lo que hizo. Reunió al parlamento y consiguió de éste el Acta de Supremacía de la Corona, por el cual Inglaterra se disgregaba de la iglesia católica y la transformaba en la iglesia anglicana, de la cual la máxima autoridad era el rey.

Catalina fue destronada y sólo conservó el título de viuda del príncipe de Gales. Fue mantenida presa de fortaleza en fortaleza y se le prohibió toda comunicación con el exterior, además nunca la dejarían volver a verse ni comunicarse con su hija María, con la que sólo pudo escaquear del control alguna que otra carta.

El rey tuvo otra hija, Isabel, con Ana Bolena, pero no acertó a tener varón.

Murió en su encierro en el castillo de Kimbolton, el 7 de enero de 1536, a los cincuenta años de edad, tras una larga enfermedad (varias voces hablaron de envenenamiento, por ejemplo el médico que sirvió en la embalsamación, vio el corazón negro). El día del funeral de Catalina, Ana Bolena tuvo un aborto de un hijo varón. Muchos vieron la mano divina de la justicia. 

Poco después Enrique se encaprichó de otra mujer, Juana Seymour y acusó a Ana Bolena de adulterio y la mandó decapitar en la torre de Londres unos meses después de la muerte de Catalina de Aragón.

Catalina falleció como la última de la dinastía Trastámara, hija de los Reyes Católicos y defendiendo en todo momento con valor y firmeza sus derechos, que eran también los de su hija María Tudor y los de una Inglaterra católica y libre, frente a la ignominia de uno de los monarcas más crueles de la historia de la Europa moderna. 

Shakespeare describió a Catalina de Aragón con las siguientes palabras:

“La Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina.”

Alison Weir declaró sobre la española:

“Catalina ha ocupado un lugar en el corazón de los ingleses por su integridad, su piedad y su coraje

(…) ella se consideraba la reina de Inglaterra y con el tiempo ha sido vindicada.”

De hecho, en el lugar en el que está enterrada, cerca del altar de la catedral de Peterborough, se puede leer: “Katharine, Queen of England”. En su tumba nunca faltan flores y granadas frescas.

Hilary Mantel, otra especialista en la historia de Inglaterra, dijo:

“Catalina tuvo el desdén del rey y el respeto del pueblo.”

Tumba de Catalina reina de Inglaterra
Créditos: Wikimedia Commons 

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