El Alano

Resumen

Primera entrega de la trilogía histórica «Las cenizas de Hispania».

Hispalis, año 438 d.C.: Ante la alarmante aparición de una horda sueva dispuesta a asolar sus tierras, Attax, un bárbaro alano, decide unirse al ejército de un viejo amigo para luchar por la defensa de su gente. La gloria que él espera, desaparece al ser hecho prisionero y vendido como esclavo.

Tras 11 años de servidumbre, Attax debe emprender una nueva vida tras el asesinato de su amo, con la compañía del hijo de este, Marco. Attax se sumergirá en un intenso viaje por la moribunda Hispania, que le llevará a comprender el valor de la amistad y el amor, así como el precio de perder ambos. Un recorrido hacia la madurez que despreció en su juventud.

Suevos, vándalos y alanos cobran vida en el escenario de una Hispania convulsa y decadente, abandonada a su suerte por un imperio romano que se desvanece.

Crítica

Realemente muy poca gente conocíamos algo concreto de la Hispania del siglo V, a parte de que vinieron los visigodos a reemplazar la, prácticamente derruida, estructura imperial de provincia romana.

Una Roma que llevaba muchos años haciendo dejación de funciones como administradora, pidió ayuda a las tropas visigodas para limpiar de saqueadores a la península, y como tantas otras veces, el que vino a ayudar le gustó nuestra tierra y se quedó en ella.

Previamente habían entrado ordas de distintos pueblos que, empujados por los Unos desde el Este, acabaron cruzando los pirineos en busca de nuevas tierras que saquear y donde establecerse.

Uno de estos pueblos fue el Alano, y Zoido nos novela cómo pudieron vivir los que quedaron en el Sur de la Península (la mayoría cruzó el estrecho junto con los Vándalos para evitar la persecución de los Suevos).

Esta novela, repleta de reseñas históricas, es una forma amena de conocer todos estos episodios de nuestra historia que desconocíamos. Acción, intriga y algo de humor nos adentran en una época oscura, donde una amalgama de pueblos luchaban entre sí para quedarse con las cenizas que quedaban de la administración romana.

Como expone Zoido en El Alano, vivir en esta época en la Bética, o en cualquier otro punto de Hispania, tuvo que ser duro, extremadamente peligroso y, sin lugar a dudas, excitante.